Un álbum cargado de recuerdos y muy trabajado.
Bajabas a la calle con tu "taco" de cromos a intercambiar con los amigos y posteriormente a "jugarte" las repes apostando sobre dos montones que te ofrecían barajados, te apostabas un número de cromos sobre uno de los montones y se descubría la última de abajo de cada montón. El nombre del jugador era el determinante, el número de letras mayor era el ganador de la apuesta y pagabas el precio o recibías lo apostado. En otras ocasiones, el número de cromos ganados o perdidos lo determinaba la diferencia de letras entre un nombre y otro.
Recuerdo vívidamente esos momentos y la expectación entre los chicos del barrio, cada uno luciendo su "taco" sujeto con una gomilla y el asombro ante el volumen de cromos que algunos afortunados portaban.